«El líder se pasea en el Pazo ante un timorato Breogán», titula La Voz de Galicia

El Lenovo Tenerife despegó en el primer cuarto y jugó prácticamente a placer el resto del partido

Ignacio Meitín BujánI. MEITÍN BUJÁN (LA VOZ DE GALINIA)

El Lenovo Tenerife se paseó en el Pazo. El líder de la Liga Endesa conquistó en Lugo una victoria que no admite discusión, arrolladora, delante de un Río Breogán que ofreció una versión muy desmejorada y que en ningún momento del partido dio sensación de tener capacidad para detener la avalancha. Huérfano de ideas en ataque y con un enorme boquete en defensa, los celestes decepcionaron desde el primer minuto hasta el último y los visitantes jugaron a placer desde el salto inicial que ganó Shermadini.

Apenas unos minutos necesitó el conjunto de Txus Vidorreta para demostrar al Pazo por qué es líder en solitario y muchos especialistas le ponen a la altura de los principales colosos de la ACB. Está bien dirigido, tiene lanzadores muy fiables y en la pintura dispone de un puñado de jugadores dinámicos y que intimidan y que en el primer cuarto hicieron estragos en la zona local.

El Breo era un manojo de nervios en ataque y en defensa no encontraba la fórmula para neutralizar la cantidad de recursos que exhibía su adversario. La diferencia crecía y Mrsic, que no encontraba explicación a la desastrosa puesta en escena, llamó a capítulo a los suyos cuando un triple de Sasu Salin iluminó el 9-20 en el electrónico del Pazo.

No hubo reacción. Los celestes eran incapaces de desmontar el armazón tinerfeño. Sus ataques carecían de criterio y prácticamente todos acababan al límite de la posesión y con un tiro muy forzado.

En el segundo cuarto continuó la superioridad de un Tenerife impasible ante el triple inicial de Sergi García y el intento de despegue del Breo, que no pasó del conato. Sasu Salin seguía siendo un azote desde el triple y bajo la canasta solo Ethan Happ parecía una amenaza para las torres contrarias. Al descanso (30-44) resultaba difícil imaginar que el Breo pudiera corregir el cauce del partido y llegar al tramo final con opciones reales de ganar.

La tercera manga enterró de manera definitiva a los celestes, que siguieron espesos, con las ideas justas y exageradamente blandos en defensa, tanto en la pintura como en el perímetro. El Tenerife estiraba su cuadrícula con una facilidad pasmosa ante la impotencia y la desesperación de un Breo en el que únicamente Happ mantenía el tipo. A diez minutos de la conclusión, la victoria local ya era una utopía: 42-64.

El último período fue de trámite. El Pazo lo vivió prácticamente en silencio, reflexionando sobre las consecuencias del abultado revés y analizando el camino del equipo en lo que resta de la primera vuelta.

 

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