«Papá, si solo sonríes cuando gano, mejor quédate en casa y te cuento una mentira»
“Si quieres un ganador en casa ¡entrénate!, pero deja que tu hijo/a se divierta”
AGUSTÍN ARIAS.-
He tenido ocasión de leer con atención un excelente artículo que firma uno de los grandes deportistas españoles, al que conocí en esta Isla mientras lucía el maillot de los «diablos rojos», como bauticé al equipo ciclista John Haig, dirigido Carlos González.
Les hablo de Perico Delgado, ciclista ganador del Tour de Francia y actualmente comentarista de deportes en TVE, quien vino a Tenerife a hacer la mili.
Esto escribió:
En la vida, el deporte desempeña algo muy importante en el crecimiento de los niños y niñas. Siempre se ha visto como ese complemento perfecto, una de las «cuatro patas» que hacen fuerte a una mesa y que forman: 1ª La familia. 2ª Los estudios. 3ª La educación. 4ª El deporte.
Si dejamos la segunda para los profesionales de la enseñanza, y la cuarta para los entrenadores, en las otras dos, es decir, el 50% de la vida de los peques, queda en manos de los padres. Porque son los padres quienes tienen que saber educar a sus hijos y quienes deben aplicar ese concepto tan importante como es el de la familia.
Centrándonos en la «cuarta pata» DE LA MESA DE LA VIDA, la del deporte, muchas veces nos encontramos con ellos y ellas que llevan a los niños y niñas a la cancha, formando parte del público en los partidos y, tristemente, convirtiéndose en protagonistas.
En mi ya casi medio siglo haciendo crónicas de baloncesto, he podido comprobar las dos caras de esa moneda. La de los papás -porque suelen ser más ellos que ellas- que se creen entendidos en la materia y no dudan en protestar las decisiones arbitrales, meterse con el propio entrenador «porque mi hijo es mejor que ese» o, incluso, ir más lejos y enfrentarse a padres del otro equipo para vergüenza de los propios niños/as, quienes deben ser, SIEMPRE, los verdaderos y grandes PROTAGONISTAS.
También destaco la de esos papás y mamás que se sientan a ver orgullosos cómo sus hijos/as se divierten y engrandecen esas bonitas palabras llamadas AMISTAD y COMPAÑERISMO.
Sus hijos, vuestros hijos, podrán llegar a destacar en el deporte. De hecho entrenan con esa ilusión. Incluso podrían soñar con ser Carmelo Cabrera, Sergio «Chacho» Rodríguez, Santi Aldama, o, en caso de las chicas, Mirian Henningsen, Laura Herrera o Elena Buenavida, por citar a seis ilustres baloncestistas canarios. Si lo logran será por sus méritos, por sus trabajos, por la enseñanza recibida… pero nunca porque sus papás y/o mamás hayan tenido que «empujar» desde las gradas con insultos y desplantes, dejando en evidencia a los chicos/as antes sus propios compañeros.
Lo de «Papá, si solo sonríes cuando gano, mejor quédate en casa y te cuento una mentira», es una frase leíada en un libro referente al tema que nos ocupa. Y es triste, a la vez que una auténtica cachetada sin manos, si tu hijo te llega a decir algo así al finalizar un partido en el que se lo pasó genial, hizo nuevos amiguitos en el otro equipo, pero que no pudo ganar.
Se ha escrito muchísimo de este delicado asunto. Así y todo, siguen existiendo personas en las gradas que solo salen contentos si el equipo de sus hijos/as acaba ganando. Y les da igual si ha sido de «penalti y en el descuento», como dirían los futboleros.
Destaco los ocho puntos que nos aconseja Imanol Ibarrondo, quien se dedica a acompañar a equipos y organizaciones en sus procesos de aprendizaje y transformación.
Dice así: Listado de comportamientos que comparten los Equipos:
- Nunca ponen excusas
- Se mantienen serenos y unidos en la adversidad
- Se reclaman y se exigen entre ellos
- Se respetan y protegen
- Ganan y pierden juntos
- El Equipo siempre es lo primero
- Afrontan los conflictos
- Se crecen en la dificultad
Aspectos educativos que son aplicables al baloncesto de formación. EDUCAR por encima del resultado.
Hace unos meses, en un partido de Preinfantiles al que asistí en el Polideportivo Manuel Santaella, presencié cómo al término del mismo el padre de un jugador del UB Puerto Cruz bajaba de la grada a la cancha y sacaba de una bolsa una manilla de plátanos que no solo fue repartiendo a cada jugador del equipo local sino que hizo lo propio, ante el agradecimiento del entrenador, a los niños del Buen Consejo, que era el plantel visitante. Y ese gesto, que a buen seguro se repetirá en otras canchas, estuvo precedido por un magnífico comportamiento en la grada, animando las acciones de los suyos y aplaudiendo cuando el rival protagonizaba una buena jugada.
«Padres y madres ¡Comienzas las Ligas de Minibasket!»
En la página de Facebook del buen entrenador y mejor persona Domingo Hernández, del CB Valle Arautápala, encontré esto, que lleva la firma de «Pitipedia», uno de los espacios más innovadores en divulgación y entretenimiento sobre el baloncesto en España:
En este mismo foro, David Martínez escribe: «Yo, en mis años de padre acompañante, lo que más pena me dio es que chavales que valían terminaron aborreciedo el baloncesto por tener padres (entrenadores). Y por desgracia he visto tantos casos…».
Daniel Cabello dice: «Lo primero que le digo a mi hija es que si se lo ha pasado bien, «NO, hemos perdido como siempre» me dice y le contesto «Para que te vayas acostumbrado a la vida». Para eso vale el deporte, lo siguiente que le digo, en tono broma, es «Ha sido una pana».
La frase de José María Romera
«¿Qué está antes, el padre o el aficionado, el educador o el hooligan? Por desgracia, todo parece indicar que en el momento en que el niño salta a la cancha la paternidad queda en suspenso y es reemplazada por un forofismo desenfrenado. Los motivos son diversos, y tienen que ver tanto con factores ambientales como con impulsos internos», escribe el experimentado José María Romera en un acertado artículo titulado «Peligro: padres en la grada» y publicado en Diario Sur andaluz.
Núria Castellanos Crespo, en el blog de los lectores de «20MINUTOS»
«Frases como “que no te enteras”, “vete a arbitrar a tu casa”, “estás cegato o qué”, “niño, que estás dormido, espabila” u otros insultos que prefiero no citar las podemos escuchar desde las gradas los fines de semana en los partidos de formación (fútbol, baloncesto, balonmano u otros deportes) procedentes de los padres. Pero, ¿esta es la actitud, comportamiento y el vocabulario que queremos transmitir a nuestros hijos?
La mayoría de los padres apuntamos a nuestros hijos a hacer deporte para que se diviertan, se relacionen y porque es sano que hagan ejercicio. Pero todos esos motivos distan mucho de la realidad que se puede palpar desde las gradas. Podemos ver discusiones entre padres que se faltan el respeto o gritos a entrenadores y árbitros. Por no hablar de las humillaciones a sus propios hijos gritándoles lo que tienen que hacer o incitándoles a ser agresivos con el contrario.
Sin embargo, cuando nuestros hijos contestan al entrenador o al árbitro les decimos que se tienen que comportar. ¿Nos comportamos nosotros? Nuestros hijos muchas veces harán lo que nosotros hagamos, no lo que digamos. Con actitudes como esas los valores que estamos transmitiendo son: la falta de respeto, el egocentrismo, el anticompañerismo, la agresividad y la frustración. Cuando lo que deberíamos potenciar es precisamente todo lo contrario.
Los padres debemos recordar que no somos los entrenadores de nuestros hijos, que para eso ya pagamos a un profesional que lo hace. Nuestra función es motivarlos y apoyarlos ganen o pierdan.
Si estas actitudes de desacreditación de autoridad las extrapolamos a otros ámbitos como el educativo criaremos hijos sin respeto hacia nadie: ni a entrenadores, ni a árbitros, ni a profesores… y como consecuencia: ni a nosotros: los padres. “Si quieres un ganador en casa entrénate, pero deja que tu hijo se divierta”.
Eladio Doreste Rojas
Publicado el 17:18h, 04 noviembreFantástico artículo. Deberían imprimirlo y dárselo a los padres y las madres de los jugadores y jugadoras de todos los clubes de la provincia, añadiendo un ruego: por favor, si no puedes controlarte, hazle un favor a tu hijo o hija y no entres a ver el partido,