“PERO… ¿A QUE TE GUSTA?”, por Antonio Rodríguez

“Quizás no ganemos aquí hoy. Pero… ¿a que te gusta?”

ARTÍCULO DE ANTONIO RODRÍGUEZ.-

Publicado el 22 de mayo, en vísperas del segundo partido del play-off.

Era imposible contener la sonrisa ante alguien que estaba disfrutando con el baloncesto. En el más amplio sentido de su contexto. Sí, lo estaba ejecutando su equipo y sí, él era responsable de tal actuación.

Txus Vidorreta se acercó a la mesa de comentaristas a la finalización del segundo cuarto del partido en el que su equipo, Lenovo Tenerife, disputaba ante el F.C. Barcelona el primer envite de cuartos de final. Antes de retirarse al vestuario, de dar instrucciones y seguir exigiendo intensidad, se quiso dar tal homenaje, mitad satisfacción, mitad orgullo por lo mostrado, como homenaje a este bendito deporte que, bien hecho, es una delicia. La que él estaba saboreando. Y sin querer contenerse, espetar a los presentes con micrófonos, la frase que encabeza este artículo.

Por encima de todo, sensación por ver cosas bien hechas en un juego bien hecho. Remontar el 39-24 que les abocaba a quedarse sin partido ya en el segundo cuarto, al 50-46 con postrera canasta de Jokubaitis con la que llegaban a ese minuto 20.

Por tener calculado en ataque gracias a Marcelinho Huertas toda la malgama de situaciones que debieron crear para optimizar sus ataques. Y ellas pasaban por no contar con la columna Marce-Gio ya sabido, sentar a Fran Guerra en el minuto 4 de partido como el referente interior, ver cómo Abromaitis se carga pronto de faltas y tener que cambiar el guion acostumbrado a una preponderancia del juego exterior, mucho más marcado de lo habitual. Y el éxito iba llegando.

Y claro está, entregarse a la estampa, cual papel impreso en el santoral, del escolta estadounidense Kyle Guy. Cuando el juego va más allá de “x” y “o’s”, de líneas y trazos de bloqueos en una pizarra, en el momento en el que toca la inspiración individual y exponer a los cuatro vientos la belleza del baloncesto con arranques propios, los 23 puntos de Guy fueron un desafío a los cimientos del Blaugrana, retando primero con la mirada a su adversario y luego con un bote, bote, paso atrás y triples imposibles, a la estupefacción del recinto. Y volver al reto pidiendo el balón. Asombroso.

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Y ello, a pesar de las adversidades con las que contaba Lenovo Tenerife. Tras la grave lesión de Jaime Fernández, con la más reciente también para el resto de la temporada de Gio Shermadini, fuera Aaron Doornekamp y con aún reciente la recuperación tras la lesión en el gemelo de Sasu Salin, la indisponibilidad de Bruno Fitipaldo, que tuvo que retirarse en el segundo cuarto a vestuarios con vómitos y problemas intestinales, dejaban el equipo hecho un cuadro. Y aún así, la sonrisa.

Txus Vidorreta es un gran entrenador que mostró sus sentimientos a una reválida que el destino le ha impuesto en el momento más importante de la temporada, a cambiar el cauce de un río aurinegro, por necesidad de lesiones.

Y entendemos que tenga que disfrutarlo cuando por momentos, las cosas funcionan. Porque de él no depende que Alex Abrines comenzara su exhibición de 6 de 7 en triples, aunque exigía en los suyos ser una lapa con el escolta balear.

Claro, si era capaz de anotarlos hasta en contragolpes… Txus demanda, pero es realista. Que Jabari Parker tuviera la calidad como para decidir con 11 puntos en el primer cuarto para un total de 23 o que Marcelinho, ante la baja de Fitipaldo, finalmente tuviese que ser ayudado a levantarse en el parquet porque estaba totalmente agotado (más de 31 minutos en pista, 17 en la segunda mitad), eso se escapa a sus trazos y dominios, porque el baloncesto tiene estas cosas. Es su belleza. La misma que celebró al descanso con el “…¿a que te gusta?”

Mañana se disputará el segundo partido en el Santiago Martín, en La Laguna, uno de los recintos con más tradición por la presión que ejercen sus aficionados en citas tan importante como la de un segundo partido de Playoff. Y no tenemos ni idea qué nos deparará. Lo que sí tenemos claro es que estamos expectantes, porque nos gustaría ser todo lo que sentimos en el Palau en uno u otro momento.

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