«El Casademont Zaragoza no funciona», por Raquel Machín en El Periódico de Aragón
«Crece la preocupación y se agudiza la crisis en el club aragonés, que no descarta ningún escenario»
RAQUEL MACHÍN (EL PERIÓDICO DE ARAGÓN).-
«El Casademont Zaragoza no funciona, ni mejora, ni transmite buenas sensaciones, ni consigue los resultados esperados. La nueva derrota, en esta ocasión en casa frente al Gran Canaria, ha aumentado un poco más la preocupación y el descontento con el equipo en el seno del club. La entidad no descarta ningún escenario ni con el entrenador ni con la plantilla, pero por el momento no mueve pieza ni en un sentido ni en otro.
Los problemas del Casademont son muchos. La plantilla está mal estructurada desde el principio y los sucesivos cambios que se han producido no han mejorado esas deficiencias, mientras todos los equipos de la zona baja de la clasificación se están reforzando de verdad. Además, el rendimiento que el cuerpo técnico está sacando a los jugadores está por debajo de su capacidad en la mayoría de los casos. El resultado es que el equipo solo ha sumado ocho victorias en 22 partidos y el descenso es una amenaza muy real.
El crédito de Jaume Ponsarnau sigue agotándose en una temporada tremendamente irregular en la que el club ha estado sondeando el mercado de entrenadores sin decidirse a dar el paso de manera definitiva. Ponsarnau tiene, además, un año más de contrato con el club aragonés. No existe una fecha límite para decidir sobre su futuro, pero el nuevo director deportivo, Toni Muedra, calificó de claves estos primeros partidos tras el parón y que serán los resultados los que marquen su continuidad. El Casademont recibe el sábado al LENOVO Tenerife y después viaja a Valencia y a Burgos, un partido que puede ser decisivo para la suerte del equipo.
El club optó finalmente por no tocar nada sustantivo durante las pasadas semanas, tan solo se produjo la salida de Ramón Vilá para aceptar la oferta que le llegó desde Granada y el regreso de Jaime Fernández para sustituirle. El cambio de director deportivo no tuvo una consecuencia inmediata en el equipo ni en el cuerpo técnico y la entidad apeló finalmente al tiempo disponible, veinte días, para poder trabajar con toda la plantilla y buscar las soluciones con lo que ya había.
Por eso el partido frente al Gran Canaria fue especialmente decepcionante, porque resultó más de lo mismo. Frente a un rival no especialmente potente ni de un nivel inalcanzable, precisamente, el Casademont volvió a mostrar todas sus carencias. Quizá la más preocupante es la fragilidad de un grupo que se muestra incapaz de levantar diez puntos de diferencia, que se deshace con demasiada facilidad en cuanto el partido se tuerce ligeramente.
Esa debilidad le hace no ser un equipo competitivo y le ha hecho perder ya 14 partidos, algunos frente a rivales directos. Tiene el averaje perdido contra el Fuenlabrada, ahora también con el Gran Canaria, perdió por 21 puntos frente al Burgos, debe recuperar 5 al Obradoiro y defender 10 contra el Betis. Con tanta igualdad en la clasificación ese puede ser un factor decisivo. Ya le salvó del descenso una temporada.
Más allá de los números, las sensaciones no ayudan ni invitan al optimismo. El juego del equipo no ha mejorado después de estas tres semanas y cada vez hay más jugadores diluidos ante la falta de recursos tácticos para atacar. El Casademont se ha quedado sin puntos. Uno de los casos más sorprendentes es el de Mobley (FOTO) que, después de demostrar que es capaz de anotar 20 puntos por partido, se ha visto desplazado de la rotación por un base. Bone vino para recomponer el puesto de uno pero es el escolta titular. Waczynski es un buen tirador, de lo mejor del equipo esta temporada, pero debe generarse sus propios lanzamientos.
Por dentro no mejora el panorama, con un Vanwijn (FOTO) que no aporta ni tiro ni físico, un Thompson que hace lo que puede en el cinco siendo un cuatro y un Hlinason al que le llegan muy pocos balones y no termina de explotar todo su potencial. El ataque acaba siendo una cuestión individual, sobre todo en cuanto la cosa no funciona, y la defensa tampoco es uno de los fuertes de este equipo. Es de los que más puntos encaja de la competición. Este Casademont Zaragoza no funciona y la temporada entra en su recta final.
Un lío cada vez mayor
Jaume Ponsarnau no termina de solucionar todos los problemas estructurales que tiene de partida el Casademont Zaragoza y ha generado algunos nuevos con sus decisiones
Casi siete meses después de comenzar la temporada, el Casademont Zaragoza sigue buscándose y no se encuentra. Una planificación con lagunas y las lesiones de jugadores clave le lastraron en el inicio pero ahora tampoco ha terminado de solucionar todos sus problemas y se ha creado algunos nuevos. A ello ha contribuido también Jaume Ponsarnau con sus decisiones y las diferentes pruebas que ha ido haciendo para encontrar su equipo, todavía sin éxito.
Omar Cook (FOTO) era la pieza elegida sobre la que cimentar y vertebrar el juego del Casademont, pero el base cayó lesionado en el partido de presentación y no pudo comenzar la Liga ACB. Un contratiempo mayúsculo al que se sumó también la baja de Santi Yusta, que venía para poner algo de físico a un equipo muy justo en ese aspecto. La solución fue fichar a Kenan Sipahi, la única opción disponible en ese momento según el club, que en Zaragoza no ofreció ni una pequeña parte del potencial que sí ha exhibido después en Turquía. De hecho, Pep Cargol continuó buscando otro director de juego que encontró dos meses después. Jordan Bone llegó cuando Cook ya estaba a punto de volver a jugar.
He aquí una de las grandes muestras de la confusión en la que se mueve el Casademont Zaragoza. Bone, base, vino para solucionar los problemas en el puesto de uno y ofrecer algo que ni Cook ni San Miguel pueden proponer, que es físico y explosividad. Pero Jaume Ponsarnau ha convertido su solución para el base en el escolta titular del equipo, decisión con la que no ha arreglado los inconvenientes en la dirección de juego y, de paso, ha creado un nuevo problema en el dos. Mobley ha desaparecido por completo, deambulando por la pista cuando sale, pese a que ha demostrado ser capaz de anotar puntos. Pero, con su físico, necesita que el equipo le genere situaciones de tiro. El daño colateral de esta situación ha sido Javi García, que se ha quedado sin sitio.
En los aleros también ha ido variando la rotación. Quizá el papel más claro hasta ahora había sido el de Adam Waczynski. El polaco ha sido, sin duda, de lo mejor de la temporada convirtiéndose en uno de los mejores anotadores saliendo desde el banquillo. Un lujo para un equipo como el Casademont. Ese ha sido su rol la mayoría de los días, pero el pasado domingo fue titular frente al Gran Canaria. Con Mobley desaparecido, el Casademont se quedó de esa manera sin un recurso anotador desde el banquillo.
También Santi Yusta ha ido apareciendo y desapareciendo. La lesión le dejó fuera hasta diciembre y luego pasó el covid junto a Deon Thompson. Ponsarnau optó por darles la titularidad recién superado el coronavirus, cuando su físico aún no daba para una participación normal en el equipo. Después ha ido perdiendo protagonismo, desde los 20 minutos que solía tener a los pocos más de doce que jugó el pasado domingo. Por su parte, Aleix Font ha tenido un papel muy menor.
El juego interior es otro de los puntos débiles del equipo. Hans Vanwijn, otra de las grandes apuestas para este año, no ha terminado de funcionar en ningún momento y Ponsarnau ha ido alternando su titularidad con la de un Radoncic al que, al menos, no se le puede reprochar su esfuerzo y su intensidad. Mayores son los problemas en el cinco. Jaume Ponsarnau reconoce como propio el error del fichaje de McLean, cuyo físico ya no estaba para una Liga como la ACB, pero para reemplazarlo el club volvió a apostar por otro jugador pequeño, Deon Thompson, que siempre ha sido un cuatro. Pese a todo, sus números no son malos. Ponsarnau tampoco termina de ubicar a Hlinason, surtido de pocos balones para anotar y defendiendo lejos del aro a jugadores más pequeños, lo que le carga de faltas. Todo un lío.
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