Lo gratificante que es TRABAJAR en la BASE
Navegando por las redes siempre encuentras artículos que merecen la pena reproducir. La pena es que no siempre van acompañados con la firma del autor/a, como es este caso, publicado en 2010, es decir, hace ya ¡14 años! Habla de lo gratificante que es para un entrenador trabajar con los más peques, en enseñar a esos niños y niñas lo más esencial para que practiquen BALONCESTO. A los CINCO PUNTOS que expone el autor anónimo, BASKETMANIA añade otros CINCO.
Busca siempre el camino correcto y no olvides quién de los dos es el niño
«Entrenar con niños es una de las cosas más gratificantes que existen a nivel personal. Tener la oportunidad de transmitir valores que les puedan ser útiles en algún momento de su vida es una experiencia altamente enriquecedora. En cualquier caso, no nos debemos olvidar de que puede surgir numerosas situaciones, que por diversos motivos, nos pueden llevar a perder la paciencia. Situaciones de crispación o confusión que pueden desembocar en perdida de motivación por ambas partes, la de los niños y la nuestra como entrenadores.
Una realidad muy común, es que desgraciadamente a la mayoría de los entrenadores que empiezan les son entregados equipos con niños que hay que formar desde cero y en muchas ocasiones, como es normal, no se tienen ni los conocimientos ni las habilidades necesarias, para formar jugadores que con una base suficientemente sólida para seguir jugando y disfrutando con el baloncesto en categorías superiores.
A continuación enumeraré una serie de consejos que creo todo entrenador que empieza (aunque son aplicables a todos) debería tener en cuenta:
1 Conocer la personalidad y el comportamiento de cada niño en la pista.
Hay niños tímidos, que les gusta ser el centro de atención, que tiran cuando tienen el balón… Si conoces a cada niño, no te pillará por sorpresa y estarás atento a evitar ciertas situaciones que puedan ser problemáticas.
2 Lleva preparados los entrenamientos.
Aunque seas el que más ejercicios sabe del mundo, si los niños intuyen que inventas, o te confundes, se relajarán y perderás muchos puntos de «respeto» ante ellos. Puntos que a veces cuesta recuperar.
3 Jugar en sinónimo de diversión.
Los niños están ahí porque quieren pasarlo bien, nunca lo olvides. Si corriges a un jugador que sea para darle la solución, no para generarle frustración.
4 Mantén tus objetivos de aprendizaje claros.
Si en un entrenamiento trabajas un concepto técnico, procura sólo concentrar a los niños en que hagan bien ese concepto, si los saturas a corrigiendo muchas cosas, puede que caigan en la confusión y al final no hayan mejorado ni en una cosa ni en otra.
5 Sé realista.
Nadie mejor que el entrenador puede saber lo que son capaces de hacer sus jugadores en base a lo que se ha trabajado en los entrenamientos. Hay muchos entrenadores que en los partidos se presionan y se dedican a pegar voces y enfadarse, queriendo ver cosas o pedir detalles que los propios niños no han hecho en su vida o ni sabían que existía.
6 Los papás y mamás.
Siempre querrán lo mejor para sus hijos/as, pero no olvides que en la cancha el entrenador eres tú. Puedes ser amigo de todos/as cuando el trabajo de entrenador haya concluido, pero mientras sigas en la cancha con los niños/as no permitas que intervengan. El comportamiento en la grada siempre irá ligado a la educación. El «forofismo», el «mi hijo es mejor que ese niño/a» no beneficia al peque ni al equipo.
7 El «tercer equipo».
Cuando se juega un 3×3 o el 5×5 es necesaria la presencia de unos árbitros que hagan respetar las reglas y unos oficiales de mesa que dejen constancia de lo que acontece en la pista (puntos, faltas, minutos…). Y ellos, en categorías de formación, también están aprediendo, buscando experiencia para retos próximos. ¡Mira por donde! igual que los jugadores/as y que tú, entrenador. ¡Ayúdalos!
8 También se aprende en las derrotas.
Son niños/as y sus maneras de entender las cosas no están a la altura de un adulto. Ganar, ganar y ganar no es aplicable a todos los equipos. De ahí la importancia de aprender de la derrota. Lloran cuando pierden, pero también lo hacen en las victorias. Se llama sentimiento. Aquí el papel del educador deportivo es fundamental a la hora de hacerles entender que en el baloncesto las dos sensaciones van de la mano. Hoy ganas, pero no eres más bueno que cuando perdiste la semana pasada dándolo todo. Aprender de las derrotas es una virtud. ¡No la dejes escapar!
9 Coleccionar títulos no siempre educa.
Que tu colegio o tu club no busque títulos. Si los consigues, que sea por tu buen trabajo y el de tus jugadores/as.
10 Jugar sin «cartas marcadas»
Aquí entra la legalidad a la hora de incorporar deportistas. Si te dan la opción de contar con jugador/a de otra nacionalidad y crees que con su altura o habilidades tu equipo marcará diferencias, procura que ese deportista no sea, en realidad, uno, dos y hasta tres años mayor que los de esa categoría. Bien es verdad que el control de estas situaciones debería depender exclusivamente de las Federaciones, pero no aceptar ser cómplice de «la trampa», por querer ganar títulos, también debe ser cosa de los clubes.
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