
¿Por qué las Federaciones «protegen» a los que insultan y no defienden a los insultados?
En 1977, hace ya unos añitos, escribí mi primera crónica de baloncesto en las páginas del periódico que ha sido mi casa en casi 50 años de profesión.
AGUSTÍN ARIAS.-
En las décadas de los 80, 90, incluso principios del siglo XXI, resultada difícil observar comportamientos violentos desde la grada hacia los árbitros y/o hacia el equipo rival.
¡Claro que me gocé roces fuertes! Como un duelo dialéctico entre un veterano entrenador, ya fallecido, y un árbitro que militaba entonces en Primera Nacional. Entendía el técnico que el de «gris» le estaba «robando» el partido, clasificatorio para el Campeonato de España Júnior Masculino. Finalizó el choque, en la cancha del colegio La Salle San Ildefonso -lo presencié junto a Víctor Floreal Concepción- y ambos entrenador y árbitro se dieron la mano. Con este gesto, lo sucedido en la cancha, se quedaba en la cancha.
También les cuento cómo un padre de un jugador del CB Unelco se dirigió en un tiempo muerto al entrenador Ramón Cubeles, que sigue en activo, ante la sorpresa del recordado presidente Paco Chinea, para decirle que su hijo tenía que jugar si no quería perder el partido. Lo viví sentado al lado del fallecido Paco Chinea y junto a mi suegro, el por entonces presidente del Colegio de Árbitros, Miguel Díez Alegre (qepd), mi suegro. Bastó un toque de atención y el señalarle la dirección a la «Cantina de Pepe», en las inmediaciones del Paco Álvarez, para poner paz en la pista y gloria en el Cielo.
Pero pasaron los años, y las décadas, y el panorama se torna «gris oscuro» y no precisamente por el color de la camiseta de los encargados de impartir el reglamento.
Ahora se ven a padres jóvenes que parecen ir a ver los partidos de sus hijos predispuestos a vivir con excesiva pasión lo que acontezca en la pista. Incluso algún que otro abuelo con pasado cestista. Si el equipo de su hijo/a va ganando, pues aplaude las canastas y celebra el triunfo, pero si va perdiendo… entonces es «culpa de los árbitros».
Es más, hay madres, como aconteció en La Palma, que se atreven a agredir a una árbitro, siendo denunciada a la Policía Nacional.
Luego están los graves insultos; las amenazas tales como «te espero fuera», que no tienen castigo.
¿Y saben ustedes porqué no lo tiene? Por la sencilla razón que la Federación de Baloncesto TAPA este tipo de conductas, que solo salen a la luz pública cuando hay gente con responsabilidad que las denuncian.
Parece que hay miedo a llamar a capítulo a los clubes por si retiran al equipo de competición, lo que se traduce en menos ingresos a la «caja».
Presumen de afrontar CIEN PARTIDOS A LA SEMANA, pero son incapaces de censurar o enviar un comunicado oficial rechazando una agresión.
¿Dónde está ese comunicado de la Federación Canaria, la Insular de Tenerife o Gran Canaria en señal de repulsa por la agresión a una árbitro?
¿Dónde queda el escrito o la llamada telefónica a la árbitro para animarla a seguir con su hobbie?
Y añado, ¿en qué parte se quedó atascada la Dirección General de Deportes del Gobierno de Canarias, la Consejería de Deportes de los Cabildos de La Palma, Tenerife y Gran Canaria para tratar de poner solución a toda esta «basura»?
¿De qué carajo vale que salgan todos los políticos en la foto presentando el PROYECTO GANAR si cuando hay un incidente no mueven un hilo?
¡Señores políticos! Ocupar un cargo es algo más que publicar vídeo tras vídeo de ustedes entregando trofeos. Es preocuparse por que todo transcurra dentro de la deportividad. Interesarse cuando hay comportamientos antideportivos…
Entiendo que esto es «predicar en el desierto», sobre todo cuando a lo dicho añades que los dirigentes de las federaciones prefieren proteger al que insulta, ocultando sus datos, por esa ley injusta de la PROTECCIÓN DE IDENTIDAD, ello con la complicidad de algunos clubes, mientras que del árbitro vejado y/o agredido ni una llamada para preguntarle ¿cómo estás?
Los clubes son los que mantienen en las «poltronas» a estas personas y por eso no se pueden permitir actuar en contra de quienes en cada inicio de verano aportan el dinerito para licencias, seguros, arbitrajes…
Y, como esto es como «el perro que se coge la cola», también están los comités de árbitros que tienen que tragarse todo con tal de no «molestar» a la Federación y presidente que le puso al frente del Colectivo.
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