«Un partido muy extraño… hasta que apareció Marcelinho», por Bruno J. Álvarez

«Por dónde empezar el relato de este encuentro de hoy entre el Girona y nuestro La Laguna Tenerife. ¿Por la forma o por el acontecimiento?.
Prefiero hacerlo por el segundo: Kramer y Bajip se quedaron sin jugar este encuentro. El jugador alemán por no encontrarse bien de una rodilla; el segundo por decisión técnica, ya que hasta completó la rueda de calentamiento con sus compañeros.
Ya metidos de lleno en el partido, contar la cantidad de rebotes que se pierden en ambas partes de la cancha, incluso permitiendo fáciles penetraciones a los rivales. A ello uno el elevado número de pérdidas innecesaria que cometieron nuestros directores de juego.
A pesar de tantas pérdidas, el primer cuarto se consigue ganar por 9 puntos de diferencia, para ceder en el segundo, aunque tan solo por dos tantos, lo que nos permitió alcanzar el descanso con una renta de +6.
En el tercer periodo el Girona anotó más puntos que los acumulados en los primeros 20 minutos. Nada menos que 35, por los 28 de los de Vidorreta.
De este cuarto quiero destacar el «rifi rafe» entre el jugador local Busquet y nuestro Henry Drell. El primero empujó al segundo y los árbitros, tras verlo en televisión, acuerdan señalar antideportiva al de casa, por clarísimo empujón, y técnica al canarista, por decirle algo. Lo inexplicable es que, cuando se iba a reanudar el juego, Henry Drell discute con un sector del público y recibe una segunda técnica, que deja al equipo si su presencia, abandonando la cancha de juego aplaudiendo al público. Flaco favor le hizo a sus compañeros.
La otra parte que indica a través de la forma, decir que como siempre el último cuarto fue relevante, aparece por primera Marcelinho como es habitual en él, sustituyendo a Fitipaldo, mi tocayo, que hasta ese momento había sido el máximo anotador y pasador.
A Marcelinho añadir la buena disposición de Shermadini en ambas pinturas y los triples y magnífica defensa de Scrubb, Abromaiti, Doornekamp, Fernández y Fitipaldo.
Lo dicho, un partido de baloncesto muy extraño, con errores, como siempre, del trío arbitral.
Hasta el último cuarto no se sabía quién se iba a hacer con el choque, se jugaba al baloncesto de dos conveniencias tremendamente distintas y gracias que al final apareció Huertas para poner con sus canastas de dos puntos la distancia suficiente para que la victoria volara hacia La Laguna, Tenerife».
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