«Valió la pena esperar», por Carlos García en EL DÍA
Después de 15 meses sin vivir en directo un partido de ACB, la afición canarista regresó a las gradas del Santiago Martín y su equipo respondió con una victoria para el recuerdo
«¡Otra más, otra más, otra más!», espetaba Txus Vidorreta hacia la grada al término del partido de ayer mientras gesticulaba al respecto con su mano derecha, citando a los suyos de nuevo en ese mismo lugar; quizá el domingo o tal vez el próximo martes. Fue una reacción instintiva. En caliente. De un entrenador envalentonado. Pero con razón para ello. Y es que el técnico bilbaíno había vivido una fiesta como pocas a lo largo de su carrera. Más de dos horas especiales, las del regreso de la afición al Santiago Martín en partido de ACB tras más de 15 meses de obligada ausencia. Además contra un grande, el Barça. Y así de enorme, como el estatus de los azulgranas, fue la respuesta del Lenovo Tenerife. Con una victoria para la historia.
Desde casi media hora antes del inicio del partido la práctica totalidad de los mil privilegiados que asistieron ayer al recinto de Los Majuelos ya estaban en sus gradas. Animando. Empezando a descargar esa adrenalina acorralada durante tanto tiempo entre las cuatro paredes de sus domicilios. Con los humoristas Aarón Gómez y Darío López ejerciendo de maestros de ceremonias, el Santiago Martín terminó de ponerse en disposición para un partido especial. La Hamburguesa recibió a los suyos con una sonora ovación, respaldó con aplausos a su técnico, y hasta supo reconocer, también con palmas, a Pau Gasol fue presentado en la megafonía.
Tras el 112-69 de 48 horas antes, muchos se frotaban los ojos para creerse que el Barça estaba cayendo por 12 puntos y que solo era capaz de anotar 39 puntos en 25 minutos, o 55 cuando el partido había consumido 35. Incredulidad mezclada con una sonrisa sobre la recuperación express de los suyos, y también veneración para dos jugadores, Huertas y Shermadini, que anoche demostraron sus galones. Sobre todo el brasileño, con cinco puntos finales para sentenciar al Barça, para terminar de provocar el éxtasis de una grada entregada.
Fue el fin de fiesta perfecto para un equipo que se ha ganado el derecho a soñar con la adquisición de un pasaporte en el que mucho tuvo que ver la ayuda de su fiel afición. Aquella a la que los jugadores, desde el círculo central, agradecieron con aplausos que, como ellos en la cancha, se vaciaran desde sus asientos. Razones más que suficientes para dar por buena una espera de 15 meses. Pero no en forma de despedida, sino como una especie de adicción inmediata que ha llevado a todo el canarismo, equipo y afición, a querer vivir otra noche irrepetible en unos pocos días. Si el físico, tras el desgaste de ayer, le aguanta mañana al plantel aurinegro, quizá el domingo o el martes el Santiago Martín vuelva a ser mágico.
Disfrutaron ayer como niños pequeños los presentes en el Santiago Martín. La afición por la vuelta a las gradas, el equipo por el respaldo y ambos por una victoria para la historia. Fue la simbiosis perfecta.
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