«Expulsan al papá y a la mamá mientras la niña llora en el banquillo»

Aconteció la semana pasada en el partido entre el Nuryana y el Luther King, de la Fase Final de Minibasket Femenino de Primera División.

La competición se celebró en la cancha del Colegio Nuryana.

La primera de las semifinales la ganaron las niñas del colegio del Camino Las Gavias por un ajustado y emocionante 63-67.

En el transcurso del encuentro, el padre de una de las jugadoras del Nuryana fue «invitado» a abandonar el recinto ante su reacción para con el árbitro. La cosa no queda aquí, ya que de inmediato fue la madre quien cogió el mismo camino, por comportamiento antideportivo.

Si estas acciones son realmente tristes, más lo fue al ver a la niña sentada en el banquillo de su equipo, llorando por lo que acontecía.

Igual estas personas pretendían que el partido fuese arbitrado por colegiados de la Liga ACB en lugar de árbitros del Comité de Árbitros de Tenerife, con uno de ellos con ¡ONCE TEMPORADAS!. 

Lo pueden hacer bien, regular o mal, pero eso forma parte de este juego. Como siempre se entiende normal que los niños/as fallen tiros libres o un entrenador se equivoque. ¿Alguien les insulta, amenaza o agrade? claro que nó. Pues el mismo respeto merecen los ÁRBITROS.

Sí, duele este tipo de comportamientos, sobre todo si uno de los tristes protagonistas forma parte del deporte tinerfeño, en otra disciplina.

Ahí lo dejo, de momento. Porque llamar «hijo de p…» a un árbitro no es de deportista.

 

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