El Morabanc Andorra regresa a la ACB
La Liga LEB Oro regresa a las vitrinas del MoraBanc Andorra y lo hace del mismo modo en el que lo hiciera en un ya lejano 2014 cuando el capitán Pablo Sánchez recogió el primer título liguero en la historia del club. Un momento que iba a pasar a la historia del baloncesto andorrano tras dos décadas de ausencia en la élite y que supuso el retorno del equipo entrenado por Joan Peñarroya a la Liga Endesa.
A partir de ese momento llegaron algunos de los años más importantes en la historia reciente del club, dejando muy pronto atrás objetivos básicos como la permanencia y disfrutando de la Copa del Rey, los Playoffs por el título e incluso de competiciones europeas. Un crecimiento deportivo que transformó por completo a un club que iba dando pasos en paralelo tanto en lo social como en lo deportivo. Hasta tal punto, que las gradas del Poliesportiu comenzaban a ser el fiel reflejo del sentimiento de todo un país por su equipo.
Pero incluso las mejores historias no están exentas de poder vivir momentos de esos de los que aprender. Porque así lo entendió el club andorrano cuando el pasado curso certificó su descenso a la LEB Oro tras una de esas temporadas en las que las cosas no terminan de salir como uno quiere. Un año para el que, lejos de buscar excusas, decidieron poder pasar página cuando antes para poder construir el proyecto más sólido posible en una categoría que no encerraba secretos para ellos y a la que llegaban dispuestos a recuperar su esencia.
Y así llegaron los primeros pasos de un proyecto ambicioso, pero que iba a mantener en todo momento los pies en el suelo para poder ir paso a paso. Primero con la contratación de Natxo Lezkano como técnico siendo toda una garantía de experiencia para su banquillo y, después, con la configuración de una plantilla que iba a reunir talento y experiencia en su vestuario. Un plantel que iba a encabezar un Nacho Llovet dispuesto a no bajarse del barco y que iba a tener su mayor toque de romanticismo con el retorno desde andorra de un Thomas Schreiner que había sido ya protagonista de aquel ascenso del 2014.
A partir de ese momento, tan solo el tiempo y el trabajo iban a poder determinar si el equipo iba a ser capaz de cumplir con unos objetivos para los que fueron contando cada semana con el apoyo inestimable de su afición. Un público fiel que pudo ver como el equipo crecía con el paso de las jornadas a la par que rivalizaba en la tabla clasificatoria con un Zunder Palencia dispuesto a elevar el nivel de exigencia hasta el último suspiro de la temporada.
Una competencia que ayudó al MoraBanc Andorra a ser un poco más exigente cada día y que sirvió de agente motivador allá por el mes de febrero, cuando la Final de la Copa Princesa de Asturias perdida en Palencia añadió una nueva pala de ambición a la caldera andorrana. Porque si algo tuvieron claro los del Principado fue que el ascenso directo debía convertirse ya en algo más que una obligación moral para todos y cada uno de sus hombres.
Así afrontaron un tramo final de temporada en el que no tardaron en recuperar un liderato cuyas rentas sobre la segunda plaza oscilaron entre uno y dos triunfos lo que permitió llegar a la Jornada 33 con el primer match-ball a su favor. Una oportunidad única ante un Ourense Baloncesto que no pudo contener el arrollador impulso del MotaBanc Andorra hacia la conquista de un título que se convirtió en una realidad con el bocinazo final.
Esa realidad que convertía su última etapa en la Liga Endesa en un año del que aprender y su paso express por la LEB Oro en ese nuevo impulso hacia un futuro repleto de retos e ilusiones.
Pero mientras tanto, Andorra La Vella y su MoraBanc Andorra podrán celebrar su segundo título como campeones de la Liga LEB Oeo.
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