El hijo de una estrella del BALONCESTO, olímpico con Canadá en Los Ángeles’84
El CBC anuncia en la mañana de hoy la contratación de KYLE WILTJER, ala-pívot de 208 centímetros y 28 años ((Oregon, 20/10/1992), quien llega procedente del Türk Telekom de Ankara, equipo militante en la Superliga turca donde militó las dos últimas campañas. En la 20/21 el jugador con doble nacionalidad (USA-Canadá) promedió unas medias de 18,5 puntos (con un 44,3% en triples), 5,9 rebotes y 2,2 asistencias en la ; además de establecer unas medias de 15,2 puntos, 5,3 rebotes y 2,2 asistencias en la Basketball Champions League.
KYLE CON SU PADRE GREG
Al igual que sucediera con Tim Abromaitis o Javier Beirán, quienes defendieron la camiseta del CBC, o con otro de los nuevos, Sean Smith, Kyle es hijo de un grande del baloncesto mundial, GREG WILTJER, quien jugara en la Olimpiada de Los Ángeles’84 con Canadá, perteneciendo al Barcelona en la temporada 85/86.
Alejandro Martínez nos añade: «Además de jugar en el Barça 85-86, Cajamadrid 86-87 y en Argal Huesca unos partidos en el 92, fue jugador de la selección nacional de Canadá que disputó el Mundial de 1.986 en la sede de Tenerife.
Entre otros jugaban: Eli Pasquale, Jay Triano, Tony Simms (jugó en Estudiantes), Gerald Kazanowski (jugó en Juventut y León), el propio Wiltjer, Leo Rautins (jugó en Málaga y Ourense) o Bill Wennington».
Su historia la cuenta en Basket Lover Endesa el periodista Javier Ortiz en 2015:
Greg Wiltjer: El rubio de aquella Recopa
Como azulgrana sus números no son nada malos (14,4 puntos y 10,4 rebotes). No concluyó la temporada en Liga, siendo sustituido por un Steve Trumbo que no acababa de conseguir el pasaporte español. “No me entusiasmó aquella decisión, pero fui profesional. En la vida a veces pasan cosas sobre las que no tienes control y esta fue una de ellas. Decidí mantenerme positivo”, opina desde Portland, donde vive actualmente.
No permaneció en la Liga doméstica, pero sí en competición europea, en la Copa Korac. Y en la final, disputada en Grenoble ante el Scavolini de Pésaro, fue el héroe: 14 puntos y 18 rebotes en la victoria por 101-86. Omnipresente bajo los tableros y en la propia pista, ya que no se sentó ni un minuto.
“Teníamos muy buen equipo que lo hizo todo divertido. Todo el mundo le gustaba a todo el mundo en ese vestuario. Estuve contento de poder ayudar a ganar el título. El mejor momento no fue tanto el partido sino el viaje. Cuando volvimos, fuimos a la centro de la ciudad y los aficionados se volvieron locos cuando les enseñamos la copa”, afirma.
Pese a la entrada de Trumbo, el Barcelona (el primer Barcelona de Aíto, no lo olvidemos) no ganó la Liga. Si se le pregunta a Wiltjer si el desenlace en la liga hubiese sido otro con él en la pista, parece bromear: “¿Perdimos la liga? Soy el típico deportista de la vieja escuela, que recuerda las victorias y tiende a olvidar las derrotas”.
Sí se le ve que es un tipo optimista, con facilidad para la autoparodia (“que nadie espere al rubio. Se me ha caído el pelo”). En Youtube hay un vídeo en el que, con 50 años, aparece machacando una canasta sospechosamente baja. ¿Truco o verdad? Con lo que más se queda de España es “con la gente, la pasión con el deporte y la fantástica comida. Mi favorita es la paella. Espero volver algún día con mi familia a vuestro bonito país y enseñárselo”.
También ha quedado en la historia como coprotagonista de la primera portada de ‘Gigantes del Basket’, allá por noviembre de 1985, junto a Fernando Martín. “Es muy chulo que eso ocurriese. Recuerdo aquel partido y la sensación de enfrentarnos al Madrid. Es una de las grandes rivalidades de la historia del deporte, así es que siempre nos motivaba más jugar contra ellos. Me impresionó mucho conocer la muerte de Fernando en su momento”, añade.
Tanto le gustó que la temporada siguiente a la de Barcelona aceptó jugar en Primera B con el Cajamadrid para poder seguir en el país. Y hasta tuvo una tercera experiencia, en la 92-93, como ‘temporero’ en Huesca: “Estuve bien en los dos lados. España es mi lugar favorito de Europa”. Sí, porque también conoció Grecia (dos años en un Aris de Salónica en el que la bola llegaba muy poco por la presencia de Yannakis y sobre todo Galis), Francia y Portugal, donde dio por concluida su carrera en 1997.
Es comercial desde 1996, cuando se retiró del baloncesto profesional, aunque no ha perdido el contacto con el juego. “Hago entrenamientos individuales con chicos jóvenes”, dice. Ha transmitido buenos genes deportivos a sus cuatro hijos. Tres de ellos han jugado al baloncesto y una chica, al voleibol.
El más destacado de todos ellos es Kyle, un tirador de 2,08 que brilla en la universidad de Gonzaga (16,8 puntos la pasada campaña) después de ser transferido desde Kentucky. Ya es internacional absoluto por su país, como lo fue su padre, que se enfrentó a España en los Juegos Olímpicos de Los Angeles-84.
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