«El Lenovo Tenerife arrolla al Monastir en el partido de la vergüenza», titula el AS

En crónica firmada por el compañero Pablo Checa en las páginas del diario AS, expresa literalmente lo que todos sacamos en conclusión tras lo vivido en el Santiago Martín.

«La FIBA está obligada, sobre todo moralmente, a repensar el formato de la Copa Intercontinental. Acaso, darle unas cuantas vueltas de campana ante el sonrojante nivel del Monastir, una falta de respeto su presencia en cualquier evento deportivo de alto nivel que se precie. Nadie, ni en el abarrotado pabellón Santiago Martín ni fuera de él, se merecía el pobre espectáculo que ofreció el equipo tunecino, cuyo nivel pareció impropio del baloncesto profesional. No solo fue que su poder baloncestístico es infinitamente inferior al del Lenovo Tenerife. Es que, además, su falta de ganas obliga a pensar seriamente si la FIBA se merece una competición así. Nadie se lo merece.

Nada bueno, y miren que resulta difícil, se puede extraer de la actuación del Monastir. El Lenovo Tenerife, que además es un equipo que juega maravillosamente bien al baloncesto, al menos para los amantes del basket alegre y colectivo, se encontró con el escenario soñado. A base de triples comenzó a masacrar a su rival, obligado a pedir tiempo muerto con 12-5 en contra tras una bandeja de Doornekamp. Lejos de reaccionar, la formación africana se vino definitivamente abajo cuando todavía quedaba un mundo mayor del que se separa a ambos equipos. La hueste de Vidorreta empezó a enchufar triples (Abromaitis, Cook, Fitipaldo) y, luciéndose a más a no poder y con todas las facilidades posibles, reventar el partido cuando apenas se habían disputado 10 minutos: 25-6.

Lo peor para el Monastir no era la tunda que estaba recibiendo, sino la imagen no de un equipo vencido, sino al que le daba igual que le cayeran canastas de todos los colores; mayormente, lo que viene siendo una falta de respeto para propios y extraños. Un mate de Abromaitis y tres tiros libres de Fitipaldo dieron forma a un parcial de 18-0 y a un llamativo marcador de 30-6, más propio de categorías inferiores, de ninguna manera admisible en el baloncesto profesional. Ya no era impotencia, sino desgana. Por eso, a Shermadini no le surgió la más mínima oposición rival para machacar y estirar la ventaja hasta el +30: 42-12. El Canarias se cascó la mitad de los 18 triples que intentó en el primer tiempo, y uno de Sergio Rodríguez formalizó el surrealista 52-16 con el que se llegó al descanso.

Lejor de ser tapadas, las vergüenzas del Monastir salieron a relucir todavía más tras el descanso. La herida se abría todavía más. Si Fran Guerra puso el +50, 74-24, Salin enchufó tres triples seguidos para un loco 83-27 en La Laguna. Todo eran ya minutos protocolarios, de la basura, un suplicio para la vista. En realidad fueron así desde mucho antes, una incomodidad absoluta para los ojos, una falta de respeto el nivel y la actitud del Monastir para cualquier amante del maravilloso deporte del baloncesto. Esta noche vivió la más absoluta vergüenza para también, claro, los gestores de la competición.

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