Las confesiones de IRIS MBULITO
La jugadora ha publicado dos vídeos en YouTube para explicar sus problemas con las lesiones y de salud mental que la llevaron a retirarse del baloncesto
Después de sufrir más de lo que disfrutaba con el baloncesto, la joven española decidió colgar las botas el pasado verano con apenas 22 años.
Lesiones, depresión, covid-19… muchas fueron las causas que convirtieron sus últimas temporadas en un infierno.
Aquella adolescente que era feliz en una cancha, se encontraba libre de dolores y despuntaba con brillo propio, ya no existía.
Ahora, meses después del final, ha decidido contar su historia en un duro relato para explicar lo vivido.
«Todo iba muy bien porque empecé a jugar con la selección española cuando cumplí 13 años. Pero por desgracia sufrí mi primera lesión cuando tenía 15. Me lesioné entrenando, básicamente se me fue la rodilla y sufrí una rotura del ligamento cruzado anterior (LCA). Fue una lesión bastante dura que sufrí cuando era pequeña, justo cuando estaba en mi mejor momento baloncestístico»
«El primer error que cometí respecto a mi rodilla, que yo recuerde en este momento, fue el no esperar a que el médico me diera el alta y que me diese permiso para volver a jugar. Me sentía lo suficientemente bien y decidí jugar. Creo que mi amor por el baloncesto era tan grande que no pude esperar a recuperarme antes de volver. Debido a mi decisión, 7 meses después de la operación volví a jugar al baloncesto. En el primer partido, en la primera entrada a canasta, se me volvió a ir la misma rodilla otra vez, por lo que necesité otra operación en la rodilla»
«Mi segundo año en Estados Unidos fue probablemente uno de los peores años de mi vida. Empecé a tener ansiedad todos los días en el entrenamiento. No podía pensar en baloncesto sin sentirme agobiada o con ansiedad. Cuando me levantaba y pensaba en baloncesto me daba ansiedad. Me iba a la cama pensando en baloncesto del día siguiente y me daba ansiedad. Tenía tanta ansiedad que me costaba dormir. Me perdía casi la mitad del entrenamiento porque estaba fuera con mi fisio, llorando, intentando no entrenar sinceramente».
«Con el médico del equipo descubrí la depresión y empecé a ir al psicólogo, que me empezó a hacer preguntas sobre el por qué estaba llorando, qué me pasaba. Después fue cuando empecé a ir a terapia. Sinceramente, me ayudó mucho. Tenía terapia 2 veces a la semana, durante 1 hora, y había momentos en los que sólo lloraba».
«Era complicado tener conversaciones con personas y me hacían las típicas preguntas: «¿por qué lloras?,» ¿están bien?», «¿por qué estás depresiva?», todo eso… Fue duro. Empecé a tomar medicación para la depresión cuando todavía seguía yendo a clase y jugando al baloncesto y la verdad es que no recuerdo mucho mi segundo año porque mi cerebro borró todos los momentos traumáticos que pasé. Nunca había tenido depresión y no sabía lo que era estar deprimida porque nunca había estado con alguien que lo hubiera pasado»
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